Por: Ramón Fernández-Paredes Mestres
28º
La proliferación de libros sobre la masonería en estos últimos tiempos ha creado confusión entre algunos miembros de la Orden. Yo mismo quedé aturdido al leer ciertos informes para mi desconocidos. Parecía que en los libros se hablaba de una organización que no tenía nada que ver con la que yo pertenecía.
Decidí ponerme en contacto con mi amigo el veterano maestro masón que en otras ocasiones me había aconsejado. Este me invitó a visitar su casa y así poder tener una conversación distendida y aclaratoria.
Cuando llegué a su domicilio y después de los saludos de rigor me aclaró que como masón íbamos a tener la conversación en un sitio especial. El además de masón de alto grado, era Rosacruz. Su casa era grande de cuatro plantas. Me hizo subir hasta la cuarta planta y antes de llegar me dijo: ahora vas a entrar en la habitación de los barcos. Me quedé sorprendido y extrañado que un hombre tan serio me dijera esto.
La sala era enorme, una gran biblioteca albergaba centenares de libros. Las paredes estaban repletas de mandiles de todos los grados por los que el había pasado. En los espacios libres de las paredes colgaban diplomas de grados y recuerdos de visitas a múltiples logias. En una zona de la sala había un pequeño altar en el que había dispuestos instrumentos masónicos y otros que no supe reconocer.
Si quiere leer completo este hermoso tema haga click aquí...
Del Blog EntreMasones por Juan Eduardo Galleguillos M.
28º
La proliferación de libros sobre la masonería en estos últimos tiempos ha creado confusión entre algunos miembros de la Orden. Yo mismo quedé aturdido al leer ciertos informes para mi desconocidos. Parecía que en los libros se hablaba de una organización que no tenía nada que ver con la que yo pertenecía.
Decidí ponerme en contacto con mi amigo el veterano maestro masón que en otras ocasiones me había aconsejado. Este me invitó a visitar su casa y así poder tener una conversación distendida y aclaratoria.
Cuando llegué a su domicilio y después de los saludos de rigor me aclaró que como masón íbamos a tener la conversación en un sitio especial. El además de masón de alto grado, era Rosacruz. Su casa era grande de cuatro plantas. Me hizo subir hasta la cuarta planta y antes de llegar me dijo: ahora vas a entrar en la habitación de los barcos. Me quedé sorprendido y extrañado que un hombre tan serio me dijera esto.
La sala era enorme, una gran biblioteca albergaba centenares de libros. Las paredes estaban repletas de mandiles de todos los grados por los que el había pasado. En los espacios libres de las paredes colgaban diplomas de grados y recuerdos de visitas a múltiples logias. En una zona de la sala había un pequeño altar en el que había dispuestos instrumentos masónicos y otros que no supe reconocer.
Si quiere leer completo este hermoso tema haga click aquí...
Del Blog EntreMasones por Juan Eduardo Galleguillos M.