abril 21, 2008

ESOTERISMO DE LA A A LA Z

Por José Manuel Anacleto

Aunque la Sabiduría Esotérica en cuanto tal, e independientemente a esa designación, tiene una antigüedad inmensamente mayor, el termino “esotérico” (en contraposición a “exotérico”) surgió hace casi 2.500 años en la Grecia Antigua. Aristóteles escribió varios artículos destinados al público, al que él mismo llamó exotéricos (exoterikoi logoi). A estos se contraponen los acromáticos, destinados a ser oídos en su Liceo, o esotéricos, por contener una doctrina secreta, destinada solo a sus estudiantes. También Aristóteles da a entender con claridad que el gran Platón impartía una enseñanza más profunda y secreta, que nunca dio a conocer públicamente; de hecho, Platón declaro varias veces que jamás podría transcribir por escrito todo su sistema.
La distinción permaneció en varias escuelas filosóficas helenas. Ya Pitágoras definirá tres círculos de estudiantes en su comunidad, reservando las enseñanzas más profundas y significativas solamente para los alumnos más perseverantes y capacitados por una gran y bien mantenido esfuerzo de mejoramiento. Esta diferencia más o menos semejante se mantendría en las grandes escuelas filosóficas de la Grecia antigua.

La sabiduría Universal
Por encima de la manera de designarlo, es un hecho universalmente conocido la existencia de una enseñanza más interna, exigente y difícil de entender (así como vivirla), en la generalidad de las religiones y de las grandes escuelas filosóficas o tradiciones espirituales y por eso mantenido en secreto para la gran mayoría de las personas.

El Cristianismo no es excepción, al menos en los primeros siglos, como podemos verificar en las Epístolas de San Pablo, y en los escritos de San Justino, San Ignacio de Antioquia, Clemente de Alejandría y Origenes , por no hablar de diferentes grupos gnósticos de los siglos I al IV. Si existe alguna duda, basta recordar las palabras de Jesús, en los propios términos de los Evangelios Canónicos, concretamente “no deis a los perros las cosas santas, ni arrojéis a los cerdos vuestras perlas, para que no las pisoteen y, volviéndose contra vosotros, os despedacen” (Mateo, 6; 7); “Los discípulos se aproximaron para decirle: ¿Por qué hablas en parábolas? Respondió Jesús: Porque a vosotros os es dado comprender los misterios del reino de los cielos, mas a ellos no” (Mateo 13:10-11); “Era por medio de numerosas parábolas de ese genero que Él les anunciaba la palabra, conforme eran capaces de comprende. Y no les hablaba a no ser en parábolas; a solas sin embargo se las explicaba a sus discípulos” (Mateo 4; 33-4); “Muchas cosas aun tengo que deciros mas aun no las podéis entender” (Juan 16-12).


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José Manuel Anacleto
Presidente del Centro Lusitano de Unificación Cultural.
Fuente: http://www.revistabiosofia.com